martes, 10 de mayo de 2011

¿Gracia Temporal o Eterna?

¿QUE ES LA GRACIA?



Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres... Tito 2:11.

Puesto que la gracia trae salvación, es crucial comprender lo que la gracia significa.
Si preguntamos a algunos cristianos lo qué piensan sobre la gracia, probablemente muchos estarían de acuerdo con la siguiente definición:"La gracia es la bondadosa disposición de Dios para perdonar a los pecadores arrepentidos."Desafortunadamente, esta definición es solamente una verdad a medias y describe mejor lo que es la "misericordia." Algunas veces la Escritura usa la gracia como un sinónimo de misericordia. Sin embargo, sería una grave reducción limitarla a esto solamente. Así como los cimientos mal hechos pueden ocasionar que se derrumbe un edificio, las doctrinas defectuosas pueden traer consecuencias devastadoras en las doctrinas vitales.
Gracia significa "favor divino no merecido." El término griego en el original es charis, que se deriva del verbo charizomai. Esta palabra significa "mostrar favor para" y asume la bondad del dador y la indignidad del recipiente. Cuando charis se usa para indicar la actividad de Dios, significa "favor no merecido."
La gracia y la misericordia tienen dos distinciones importantes. Primero, la misericordia es universal en tanto que la gracia es particular. La misericordia se basa en el mandato universal de Dios de arrepentirnos.
"Pero Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan" Hch. 17:30.Inherente a este mandato se asume que el pecador arrepentido será perdonado. Existe una oferta divina de misericordia para toda la humanidad. Por esta razón, Dios nunca puede ser acusado de injusto meramente porque algunos reciben una gracia especial. Dios nunca rechaza a un pecador arrepentido.
Además, la gracia nunca ha sido "ofrecida" a todo el mundo ni siquiera a los elegidos. La gracia no es una oferta. Es una dádiva no merecida y particular en el sentido de que Dios otorga un favor solo a algunos, no a todos. Vemos esto más claramente en la relación entre gracia y elección.
"...ha quedado un remanente escogido por gracia" Ro. 11:5. Por tanto, vemos que las distinciones claves entre misericordia y gracia son las siguientes: La misericordia es universal y es ofrecida a todos. La gracia es particular, otorgada a algunos.

LOS ASPECTOS IMPORTANTES DE LA GRACIA

La Gracia Es Eterna.

"Quien nos salvó y llamó con llamamiento santo, no conforme a nuestras obras, sino según el propósito suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos" 2 Ti.1:9 La eternidad no es tiempo lineal que se extiende indefinidamente, sino una dimensión sin tiempo donde Dios reside. La gracia se originó allí, más allá del control humano. Nada en nuestra dimensión tiempo-espacio continuo fue causa de Su gracia y nada podría cambiar la mente de Dios ahora.

La Gracia Es No Merecida

Note de nuevo que 2 Ti.1:9 excluye las "obras" de la "gracia y propósito" de Dios. No solamente que la gracia no está asociada con los méritos, sino que es lo diametralmente opuesto, tal como Pablo lo aclara en Romanos 11:6
"Y si por gracia, ya no es por obras; de otra manera la gracia ya no es gracia...."Igualmente, la gracia no depende de la obediencia a la Ley.

"...pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia" Ro. 6:14.Una forma segura para demoler la gracia es mezclarla con algún mérito cualquiera que fuere.

La Gracia Es Una Cualidad Divina.

La gracia es una característica de cada uno de los miembros de la Trinidad.Del Padre: Ro. 1:7 "..Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo." Del Hijo: Gá. 6:18 "Hermanos, la gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con vuestro espíritu. Amén."
Del Espíritu Santo: Za. 12:10 "Y derramaré sobre la casa de David.....Espíritu de gracia...." He.10:29 "...e hiciere afrenta al Espíritu de gracia."La Gracia Es Soberana.Para expresar que la gracia es soberana, Pablo la asocia con Su "beneplácito, el cual se había propuesto en Sí mismo." Parece que Dios no consultó con nadie al elegir los recipientes de Su gracia, ni esperó por el permiso de nadie. Vea Ef. 1:7-9.

La Gracia Es La Única Base De Nuestra Aceptación."Para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado" Ef.1:6.Por consiguiente, cualquier enseñanza que ofrezca fórmulas o técnicas para obtener la aceptación de Dios, que no sea la gracia sola, es falsa. El perdón de pecados, la redención por medio de la sangre de Cristo, la sabiduría y el entendimiento y todas las bendiciones espirituales son dados por sola gracia. Vea Ef. 1:1-5.

La Gracia Es Santa."Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres, enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente" Ti. 2: 11-12.Incluso durante el primer siglo existieron movimientos que asociaban la gracia con el libertinaje. Los apóstoles nos advirtieron sobre estos en versículos como Judas 4:
"Porque algunos hombres han entrado encubiertamente, los que desde antes habían sido destinados para esta condenación, hombres impíos, que convierten en libertinaje la gracia de nuestro Dios..."Cualquier insinuación de que la gracia da a los cristianos libertad para actuar en forma carnal es herejía. Los que enseñan tales cosas prueban que no tienen gracia.

La Gracia Es Para Pocos, No Para Todos.

"Así también aun en este tiempo ha quedado un remanente escogido por gracia" Ro. 11:5.Un "remanente", por definición, se refiere a unos pocos entre un grupo grande. La única razón para que exista un remanente a salvo es la gracia de Dios.

La Gracia Es Un Misterio.

La gracia no se fundamenta en méritos humanos. La pregunta de por qué algunos la reciben y otros no, permanece en el misterio. De nuevo esto parece injusto hasta que nos damos cuenta de que Dios no debe nada a nadie. Irónicamente, los intentos de resolver el misterio de la gracia terminan en herejía.

Predicar El Evangelio Significa Predicar La Gracia.
"...y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios" Hch. 20:24. El ministerio del evangelio no tiene otro mensaje que la gracia de Dios en Cristo. Si esto no es lo que se estamos predicando, entonces no estamos predicando el evangelio.PREGUNTA CLAVE: ¿Es la salvación una obra de cooperación entre Dios y el hombre? Los teólogos discuten este punto con dos palabras: sinergismo y monergismo.
El sinergismo viene de dos palabras griegas: "syn" juntos y "ergos" obra. Significa que la salvación es una obra de cooperación entre Dios y el hombre. Según este modo de pensar, el hombre contribuye en algo para su salvación. Sin embargo, su contribución no es suficiente y necesita ser suplementada por Dios.
Si el sinergismo es correcto, entonces Dios es un asistente del hombre en sus esfuerzos para salvarse a sí mismo. Dios es el agente pasivo que espera que el hombre pida ayuda. Dios responde a la iniciativa del hombre.

El monergismo viene de dos palabras griegas: "mono" solo y "ergos" trabajo. Significa que la salvación es un trabajo de Dios solo. El hombre no es capaz de contribuir. Por tanto, Dios es el agente activo y el hombre responde a la iniciativa de Dios.
¿Qué es lo correcto, el sinergismo o el monergismo? La respuesta depende de si la fe salvadora es en sí misma una obra de la gracia de Dios.
Unos pocos textos claves resuelven el asunto:
"Pero la gracia de nuestro Señor fue más abundante con la fe y el amor que es en Cristo Jesús" 1 Ti.1:14. Aquí, la gracia trae las virtudes de la fe y el amor."...a los que por la gracia habían creído" Hch. 18:27.
La gracia fue claramente la causa de la fe de los que creyeron."Porque a vosotros os es concedido a causa de Cristo, no sólo que creáis en él, sino también que padezcáis por él" Fi. 1:29. El término "concedido" aquí es CHARIZOMAI en Griego, que significa dar libremente por gracia. Significa más que mero permiso para creer. Creer fue algo que Dios obró en aquellos creyentes."Y dijo: Por eso os he dicho que ninguno puede venir a mí, si no le fuere dado del Padre" Jn. 6:65. Si venir a Cristo significa creer en Él, entonces la fe viene de Dios Padre como un obsequio.Textos similares son: Hch.13:48; He.2:2; Jn. 6:44; Ti.1:1Una vez que una persona es salva, ¿cómo obra la gracia y la fe? Un pecador está muerto en sus pecados, incapaz de generar por su libre albedrío la fe salvadora hasta que Dios obre poderosamente en él por medio del Espíritu por el evangelio.Sin embargo, una vez que el pecador es salvo, la fe activamente transfiere la gracia para el vivir cristiano. La fe está ya allí para que el creyente la use para conseguir más gracia todavía.La gracia, en este punto, muestra su naturaleza multifacética. ("...la multiforme gracia de Dios" 1Pe. 4:10). Una vez que un pecador es salvo por gracia, él comienza a aprender a vivir por gracia. El mayor error que un cristiano puede cometer es suponer que la gracia ya no es necesaria.La Gracia De Dios Nos Pone A Trabajar

" Pero por la gracia de Dios soy lo que soy; y su gracia no ha sido en vano para conmigo, antes he trabajado más que todos ellos; pero no yo, sino la gracia de Dios conmigo" 1Cor.15:10La gracia es activa, no pasiva. Aunque no podemos obtener la gracia por nuestras obras; no obstante, la gracia resulta en obras. Cuando Lucas dijo sobre los apóstoles: "abundante gracia era sobre todos ellos," quiso decir que ellos eran productivos por el poder de Dios.La Gracia, Por La Fe, Nos Hace Estar Firmes En Cristo.
"Por quien también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios" Ro. 5:2. La Gracia Nos Permite Acercarnos A Dios Con Firmeza"Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro" He. 4:16. La Gracia Vence Al Pecado Nada más lo hace."Para que así como el pecado reinó para muerte, así también la gracia reine por la justicia para vida eterna mediante Jesucristo, Señor nuestro" Ro. 5:21. A veces cristianos intentan vencer el pecado por medio de toda clase de cosas...el legalismo, las buenas obras, incluyendo el maltrato físico del cuerpo. Sin embargo, la gracia hace la obra porque nada más puede hacerlo."Tales cosas.....no tienen valor alguno contra los apetitos de la carne" Col. 2:23. LOS MEDIOS DE GRACIA Aunque la gracia es soberana en la vida del creyente, Dios nos da "medios" para que nuestra santificación. Estos medios son la Palabra, la oración y los ministerios de la Iglesia. Conforme vamos aplicando estos medios, Dios continúa suministrándonos su gracia para que podamos caminar con Él. Dios no es dependiente de estos medios ni nosotros deberíamos asumir que hemos mericido la gracia porque los hemos aplicado. Nosotros dependemos solamente de la gracia de Dios pero reconocemos nuestra responsabilidad de aplicar los medios para el fin que Él los ha provisto.
Porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena
 voluntad
 Fil. 2:13.


Resumen

La gracia salvadora es un favor no merecido de Dios. Es soberana y depende exclusivamente de la voluntad Divina. La gracia es lo opuesto al mérito. Aunque Dios ofrece misericordia a toda la humanidad, bajo la condición de arrepentimiento, Su gracia es concedida a un grupo elegido. La gracia es la sola causa de la salvación; por tanto, esta no se basa en ninguna contribución humana.La gracia en la vida del creyente es multiforme. La gracia hace posible que caminemos con Dios y nos da poder para hacer Su obra. Dios solo es la causa de la gracia, aun cuando Él requiere que los cristianos apliquen fielmente los medios que Él ha puesto a su disposición para crecer.

Concluimos en lo siguiente:

1.La gracia en un favor divino no merecido. Es una cualidad divina eterna, santa y poderosa.


2.La gracia y la misericordia son similares pero no idénticas. La misericordia es ofrecida a todos pero la gracia es otorgada a algunos.


3. La fe salvadora es una obra de gracia.


4. Los creyentes dependen de Dios solo, por Su gracia sustentadora mientras aplican los medios. Los medios son la Palabra, la oración y los ministerios de la iglesia.


SOLA GRATIA, SOLI DEO GLORIA

SOMOS REGENERADOS POR LA FE, SOBRE EL ARREPENTIMIENTO

Extraído de "Institución de la Religión Cristiana"

1. Relación de este capítulo con los precedentes y los que siguen
Aunque ya hemos enseñado en parte de qué manera la fe posee a Cristo, y mediante ella
gozamos de sus bienes, sin embargo, quedaría oscuro si no añadiésemos la explicación de los
efectos y frutos que los fieles experimentan en sí mismos.
No sin razón se compendia el Evangelio en el arrepentimiento y la remisión de los pecados.
Por tanto, si dejamos a un lado estos dos puntos principales, todo cuanto se pueda tratar y
discutir sobre la fe; será muy frío y de poca importancia, y casi del todo inútil. Mas como quiera
que Jesucristo nos da ambas cosas; a saber, la vida nueva y la fe reconciliación gratuita, y que
ambas las obtenemos por la fe, la razón y el orden mismo de la exposición piden que
comencemos a decir algo de lo uno y lo otro en este lugar.
Pasaremos, pues, de la fe al arrepentimiento, porque, entendido bien este artículo, sé verá
mucho mejor cómo el hombre es justificado solamente por la fe y por pura misericordia, y cómo
a pesar de todo, la santificación de la vida no se puede separar de la imputación gratuita de la
justicia; es decir, que está perfectamente de acuerdo que no podamos estar sin buenas obras, y no
obstante seamos reputados por justos sin las buenas obras.
Que el arrepentimiento no solamente sigue inmediatamente a la fe, sino que también nace y
proviene de ella, es cosa indudable. Pues la remisión de los pecados nos es ofrecida por la
predicación del Evangelio, para que el pecador, libre de la tiranía de Satanás, del yugo del
pecado y de la miserable servidumbre de los vicios, pase al reino de Dios; por lo cual nadie
puede abrazar la gracia del Evangelio sin apartarse de sus errores y su mala vida, ni poner todo el
cuidado y diligencia en reformarse y enmendarse.
Los que piensan que el arrepentimiento precede a la fe y no, es producida por ella, como el
fruto por su árbol, éstos jamás han sabido en qué consiste su propiedad y naturaleza, y se apoyan
en un fundamento sin consistencia al pensar así.
2. El arrepentimiento es fruto de la fe
Jesucristo, dicen, y antes Juan Bautista, exhortaban al pueblo en sus sermones al
arrepentimiento, y sólo después anunciaba que el reino de Dios estaba cercano, (Mt. 3,2; 4, 17).
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Alegan además que este mismo encargo fue dado a los apóstoles, y que san Pablo, según lo
refiere san Lucas, siguió también, este orden (Hch. 20, 21).
Más ellos se detienen en las palabras como suenan a primera vista, y no consideran el sentido
de las mismas, y la relación que existe entre ellas. Porque cuando el Señor y Juan Bautista
exhortan al pueblo diciendo: "Arrepentíos, porque el reino de Dios está cerca", ¿no deducen ellos
la razón del arrepentimiento de la misma gracia y de la promesa de salvación? Con estas
palabras, pues, es como si dijeran: Como quiera que el reino de Dios se acerca, debéis
arrepentiros. Y el mismo san Mateo, después de referir la predicación de Juan Bautista, dice que
con ello se cumplió la profecía de Isaías sobre la Voz que clama en el desierto: "Preparad camino
a Jehová; enderezad calzada en la soledad a nuestro Dios" (Isa. 40, 3). Ahora, bien, en las
palabras del profeta se manda que esta voz comience por consolación y alegres nuevas.
Sin embargo, al afirmar nosotros que el origen del arrepentimiento procede de la fe, no nos
imaginamos ningún espacio de tiempo en el que se engendre. Nuestro intento es mostrar que el
hombre no puede arrepentirse de veras, sin que reconozca que esto es de Díos. Pero nadie puede
convencerse de que es de Dios, si antes no reconoce su gracia. Pero todo esto se mostrará más
claramente en el curso de la exposición.
Es posible que algunos se hayan engañado porque muchos son dominados con terror de la
conciencia, o inducidos a obedecer a Dios antes de que hayan conocido la gracia, e incluso antes
de haberla gustado. Ciertamente se trata de un temor de principiantes, que algunos cuentan entre
las virtudes, porque ven que se parece y acerca mucho a la verdadera y plena obediencia. Pero
aquel no se trata de las distintas maneras de atraernos Cristo a sí y de prepararnos para el
ejercicio de la piedad; solamente afirmo que no es posible encontrar rectitud alguna, donde no
reina el Espíritu que Cristo ha recibido para comunicarlo a sus miembros. Afirmo además, que,
conforme a lo que se dice en el salmo: "En ti hay perdón para que seas reverenciado" (Sal.
130,3), ninguno temerá con reverencia a Dios, sino el que confiare que le es propicio y
favorable; ninguno voluntariamente se dispondrá a la observancia de la Ley, sino el que esté
convencido de que sus servicios le son agradables.
Esta facilidad de Dios de perdonarnos y sufrir nuestras faltas es una señal de su favor paterno.
Así lo muestra ya la exhortación de Oseas: "Volvamos a Jehová; porque él arrebató y nos curará;
hirió, y nos vengará" (Os. 6, 1), porque la esperanza de obtener perdón se añade como un
estímulo a los pecadores para que no se enreden en sus pecados.
Por lo demás, está fuera de toda razón el desvarío de los que para comenzar por el
arrepentimiento prescriben ciertos días a sus novicios en los que han de ejercitarse en él, pasados
los cuales los admiten en la comunión de la gracia del Evangelio. Me refiero con esto a muchos
anabaptistas, sobre todo a los que se glorían sobremanera de ser tenidos por espirituales, y a otra
gentuza semejante, como los jesuitas y demás sectas parecidas. Tales son, sin duda, los frutos de
aquel espíritu de frenesí, que ordena unos pocos días de arrepentimiento, cuando debe ser
continuado por el cristiano todos los días de su vida.
3. Antigua definición del arrepentimiento
Algunos doctos, mucho tiempo antes de ahora, queriendo exponer sencilla y llanamente el
arrepentimiento de acuerdo con la Escritura, afirmaron que consistía en dos partes; a saber, la
mortificación y la vivificación. Por mortificación entienden un dolor y terror del corazón
concebido por el conocimiento del pecado y el sentimiento del juicio de Dios. Porque cuando el
hombre llega a conocer verdaderamente su pecado, entonces comienza de verdad a aborrecerlo y
detestarlo; entonces siente descontento de sí mismo; se confiesa miserable y perdido y desea ser otro distinto. Además, cuando se siente tocado del sentimiento del juicio de Dios -- porque lo
uno sigue inmediatamente a lo otro -- entonces humillado, espantado y abatido, tiembla,
desfallece y pierde toda esperanza. Tal es la primera parte del arrepentimiento, comúnmente
llamada contrición.
La vivificación la interpretan como una consolación que nace de la fe cuando el hombre
humillado por la conciencia y el sentimiento de su pecado, y movido por el temor de Dios,
contempla luego su bondad, su misericordia, gracia y salvación que le ofrece en Jesucristo, y se
levanta, respira, cobra ánimo, y siente como que vuelve de la muerte a la vida.
Ciertamente que estas dos palabras, siempre que sean expuestas convenientemente, manifiestan
bastante bien lo que es el arrepentimiento. Pero no estoy de acuerdo con ellos, cuando interpretan
la "vivificación" como una alegría que el alma recibe cuando se aquieta y tranquiliza su
conciencia.


Agustín, Pelagio y la Reforma




“Fue Agustín quien nos dio la Reforma.”
Benjamin B. Warfield
La observación de Warfield se basaba en el hecho que la Reforma fue testigo del triunfo último de la doctrina de la gracia de Agustín por sobre el legado de la visión Pelagiana del hombre. Si Agustín nos dio la Reforma, lo que creo que hizo, fue Pelagio quien colocó el fundamento para el así llamado “humanismo Cristianizado.” Este conflicto teológico del siglo quinto continúa teniendo implicaciones que se extienden hasta nuestra época actual. La controversia entre Agustín y Pelagio comenzó cuando el monje británico, Pelagio, se levantó en oposición a la famosa oración de Agustín: “Otórganos lo que nos has ordenado, y ordénanos lo que has deseado.” Pelagio rechazó con vehemencia la idea de que un don divino (la gracia) es necesario para llevar a cabo lo que Dios ordena. Para Pelagio y sus seguidores la responsabilidad siempre implicaba habilidad. Si el hombre tiene la responsabilidad moral de
obedecer la ley de Dios, también debe tener la habilidad moral de hacerlo.
Adolf Von Harnack resume el pensamiento Pelagiano: “La naturaleza, el libre albedrío, la virtud y la ley, estas cosas, estrictamente definidas y hechas de manera independiente de la noción de Dios - eran las palabras clave del Pelagianismo: la virtud auto adquirida es el bien supremo, el cual sigue como recompensa. La religión y la moralidad se hallan en la esfera del espíritu libre; están allí en cualquier momento por medio del esfuerzo propio del hombre.”Además, Harnack declaró, “No podemos sino decidir que su doctrina [de los Pelagianos] deja de reconocer la miseria del pecado y el mal, que en sus raíces más profundas es una doctrina impía, que no sabe, y que no busca conocer, nada con respecto a la redención.”
Pelagio negaba la doctrina del pecado original, que enseña que nacemos en pecado (Salmo 51:5; Isaías 64:6; Romanos 3:9-18; Efesios 2:1-5; 1 Corintios 2:14; etc.). La gente llega al mundo en un estado neutral, decía Pelagio. Si ejercitan su libre albedrío en dirección de la justicia, siguiendo el ejemplo de Cristo, serán salvos; si ejercitan su libre albedrío en dirección del pecado, siguiendo el ejemplo de Adán, serán juzgados. Agustín defendía la doctrina bíblica del pecado original insistiendo que somos no solamente pecadores porque pecamos, siguiendo el ejemplo de Adán, sino que pecamos porque somos pecadores, heredando la culpa y la corrupción de Adán. Por lo tanto, lo que necesitamos en un Segundo Adán, también, es algo más que un
ejemplo.

Necesitamos un Salvador. Necesitamos alguien que nos rescate por Su propia gracia,
puesto que no podemos responderle por nuestro propio libre albedrío, corrupto como se halla por nuestros afectos pecaminosos. El acento, por lo tanto, recaía sobre la gracia de Dios en la expiación, la conversión, y el don de la fe salvadora y perseverante.
Aunque el Concilio de Éfeso declaró a Pelagio como hereje en el año 431 A.C., la mayoría de historiadores de la iglesia reconocen que esta decisión fue “política” y que en realidad hubo muy poco debate. Como resultado no se trató adecuadamente con el Pelagianismo, de la manera en que se trató el Arrianismo en el siglo cuarto. Esta falla ha permitido que persista en varias formas a lo largo de las edades.

En términos del desarrollo teológico histórico, en el siglo undécimo, Anselmo refinó esta doctrina Agustiniana de la gracia sobre el tema de la Expiación. Jesucristo tenía que ser Dios porque la deuda que debíamos era infinita y ninguna criatura finita podía pagarla. Y no obstante, tenía que ser hombre porque la deuda era algo que se debía por parte de la humanidad pecaminosa. De esta manera, Cristo llevó a cabo el oficio de un sustituto pacificador. A lo largo de la Edad Media, se debatieron con fiereza cuestiones relacionadas con la gracia y las obras, la predestinación y el libre albedrío, pero todos sabían que una regla del juego era que no se permitía el Pelagianismo, aunque muchos teólogos se acercaban tanto como podían a los límites de aquella herejía. Lo que sí emergió fue un “Semi-Pelagianismo,” que afirma la doctrina del pecado original y reconoce la condición caída de la humanidad, pero que también cree que sigue existiendo una habilidad moral en el hombre que no se ve afectada por la Caída. A esta habilidad moral se hace referencia algunas veces como una “isla de la justicia” por la cual el pecador es capaz de cooperar con la gracia de Dios.

En la Reforma Protestante, fue Martín Lutero, un monje Agustiniano, quien percibió el
asunto real que acechaba por debajo de la controversia entre la fe y las obras. Él se dio cuenta que el asunto era en qué grado la voluntad humana se halla esclavizada por el pecado y en qué grado dependemos de la gracia para obtener libertad. Esto se enfocó claramente en su debate con Erasmo, quien ha sido descrito como “un Pelagiano en ropaje Católico.” Lutero argumentaba que la “carne para nada aprovecha” (Juan 6:63) y que “nada” no es “un poco de algo.” El “poco de
algo” de la habilidad humana era algo que estorbaba en el paso de la verdad bíblica y de la Reforma de la sola gratia. Pues nuestra salvación no podía descansar sobre la “gracia sola,” sino sobre “la gracia más la habilidad humana.”
Pelagio, y más tarde Erasmo, apelan ambos a aquello en nuestra naturaleza caída que se rehúsa a reconocer nuestra propia iniquidad. Se rehúsa a aceptar que “en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien” (Rom. 7:18). La raíz del humanismo y del Pelagianismo es humanista hasta su médula más profunda.

Lo que Benjamin Warfield entendió fue que Agustín había plantado fielmente las semillas en su época, las cuales dieron fruto casi mil años más tarde, una cosecha recogida por los Reformadores. Apeguémonos fuertemente a la verdad bíblica afirmada desde Agustín y permanezcamos en oposición al humanismo de Pelagio en nuestro tiempo.